Las lágrimas de Acerina
En el molino solo faltaba el molinero. En su lugar, unas sentidas lágrimas suplían tan sensible ausencia. Lágrimas tristes y alegres al mismo tiempo. Lágrimas de respeto, reconocimiento y admiración, de cariño y apego. Entre las muchas lágrimas que cayeron durante la inauguración del Museo de Interpretación del Gofio de Garafía, en el que ha dejado de ser el viejo molino de Las Tricias, las de Acerina son de esas que a mi me gustaría llorar el día que me toque recordar.
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