Poco después de la incorporación de La Palma a la corona de Castilla y extendiendo y del cultivo de cereales, comenzaron a levantarse los primeros molinos de viento de Garafía. El primero se construyó en Santo Domingo en el siglo XVI.
La abundancia de madera de tea en los bosques garafianos y la carestía y dificultades para el suministro de cal propiciaron que los molinos se confeccionaran en su totalidad de este material.